Por qué Natty Petrosino prefirió dejar el 
lujo, el neón, el vaivén placentero del 
jet-set sesentista, por un improbable 
viaje hacia la santidad? ¿Por qué no tie- 
ne pertenencias materiales, se mueve 
en casa rodante y convive con aborígenes que, antes 
de su llegada, estaban enfermos de desesperanza? 
Natty no tiene todas las respuestas del Universo. Pero 
sí muchas, demasiadas, y las va desplegando mientras 
traza una vida de fábula, de parábola límpida y mano 
suave, que te acaricia mientras desgrana sus vivencias. 
Condensemos su historia: nació en cuna de oro; sus 
hermosos rasgos la llevaron hacia el modelaje; tomó 
cócteles entre risotadas junto a Sandro y Susana Gíménez; estuvo al borde de la muerte y se vio a sí misma descle el abismo; dejó todo -o lo menos importante- y se brindó por completo a sus semejantes; a los 
75, el Papa Francisco la definió como "la Madre Teresa argentina". A ella no le gusta ese rótulo, aunque el 
parentesco de alma se haga evidente. No tiene envidias, ni tristeza, ni oro, ni remordimientos. Y sobre todo, Natty no tiene miedo. Por eso parece invencible. 
"La gente se asusta un poquito de que si uno se entrega a Dios, tiene que dejar de lado a su familia. Y no 
es así. La deja, pero no la pierde. Acá estoy, con ellos. 
Jorge (52), el mayor de mis hijos, es ingeniero electrónico, Fabián (48) tiene una huerta orgánica, 
Juan Francisco (25) estudia ... y tengo tres nietas: Micaela, Sofía y Lara. Mica, con sólo 9 años, ya hizo 
una movida sdidaria juntó un camión de ropa para repartir", cuenta Natty con enorme satisfacción. 
-habla de su trabajo social con sus nietas -Para ellas es natural, lo mismo que para mis hijos. Juan Francisco ha participado mucho de la tarea en la selva. 
Mi esposo vino a compartir los últimos años de su vida 
conmigo ... ¿Ves? Abandonar y dejar es diferente. 
-De todos modos, usted tuvo que afrontar una 
elección difícil ante los suyos. 
-Sí. Fue cuando tuve ese encuentro con Jesús; en mi 
caso fue muy claro que tenía que vivir el Evangelio. Lo 
hablamos entre todos, en familia ... Mi marido, Vicente, 
era dueño de una famosa disquería en Bahía Blanca. 
Para poder acostumbrarme a esta nueva vida, tuve la 
suerte de que me apoyaran muchísimo. Los primeros 
años recibíamos gente en nuestra casa, gente sin hogar, como habíamos leído en el Evangelio. Pero llegó 
un momento que no dábamos más, no podíamos seguir teniendo la casa llena de gente. Ahí me di cuenta 
de que me hablaba la voz de Dios: "Bueno, ya aprendiste; ahora, salí a la calle". Lo charlé con ellos, lloramos ... Les dije: ''Mi familia terrena tiene de todo. Mi 
familia celeste está en la calle. Me tengo que ir con 
ellos". Partí con los peregrinos a un vagón de ferrocarril y ahí empezó esta historia. 
-Ahí vivían, en un vagón ... 
-Sí. Después, la ciudad-Bahía Blanca- empezó a despertar y hasta el día de hoy nunca nos faltó nada. Luego fundamos un hogar de tránsito, ya los que llegaban 
no les preguntábamos de dónde venían ni quiénes 
eran. Niños, mujeres, ancianos, ex convictos ... Salíamos de noche a recorrer las calles y si veíamos algún 
vagabundo durmiendo, lo traíamos. 
~'Cómo era su vida espiritual antes de ese llamado? 
-Es gracioso .. Era muy "devota", porque creía que si 
regalaba mis ropas usadas a la empleada doméstica, 
era una cristiana muuuy buena." Iba a misa una o dos 
veces por año". ¿Cómo decirte? Ese cristianismo tibio, 
que no toma conciencia de lo que dijo Jesús. Un gran 
sacerdote lo definió: "Hay muchos que se dicen cristianos, pero no se comportan como tales". Antes, yo 
era así. Hasta que me dieron un sopapo fuerte con esta operación que tuve. Y fue una bendición de Dios. 
-¡¿Una bendición su enfermedad?! 
-Lo mejor que me pasó. Porque logré 
encontrarme con una verdad eterna que 
todos los seres humanos deberíamos 
conocer. Descubriríamos que nunca 
morimos, que somos eternos, que Dios 
está dentro de cada uno de nosotros. 
-Hábleme de aquella revelación. 
-Tenía 29 años cuando me operaron de 
un tumor, colesteatoma que le llaman, 
se ubica en el oído". Por lo general es benigno. Parece que al momento de la intervención se pasaron de anestesia. Y 
ahí tuve la suerte ... 
-una visión".? 
-¡No! Estuve afuera, mirando mi propio 
cuerpo desde arriba de la camilla. 
-¿Se vio a sí misma? 
-Claro. Me quedé medio desconcertada 
al ver mi cuerpo, a los médicos que corrían". Yo quería decides: no se preocupen, estoy bien ... Muchos podrán decir 
que fue efecto de la anestesia, un montón de cosas ... Lo cierto es que me sirvió 
para comprender que tenemos otro 
cuerpo en otra dimensión. Vi a Jesús, 
conversé con él y con otros maestros 
que estaban vestidos de blanco. Pero 
cuando volví a mi cuerpo, me borré todo eso ... Yo había prometido vivir el 
Evangelio y, por mi educación de adolescente, lo conocía al dedillo. Era "mejor" 
pensar que había sido una ilusión, no 
hacerme cargo. Hasta que estuve con 
depresión, enojada". 
-¿Por qué? 
-Porque no quería vivir el Evangelio. No 
estaba feliz, no me podía reinsertar, me 
sentía enojada conmigo misma. Y se me presentó el 
Señor en sueños: "Este no es el pacto: o empezás o vas 
a partir". Porque estaba llegando a un punto de no 
comer, no tomar, no quería ver el Sol... Le dije que tenía miedo. Y El me contestó que no tuviera miedo, 
que me iba a dar todo lo que necesitaba. Hoy lo puedo gritar a todo el Universo que sí, que es verdad. Hace cuarenta y pico de años que lo vivo.
 DAR, HASTA QUE DUELA. La mayor parte del 
tiempo, Natty vive en la selva formoseña. Con un 
puñado de colaboradores (entre ellos Marcos, Silvina, Zulema y Blanca), viajan en casa rodante y duermen en carpa, junto a los aborígenes. A lo largo de 
su peregrinaje, Natty construyó casas, las pintó, cocinó, curó gente, la consoló y le regaló esperanza, 
sin pedir nada a cambio. "Le dimos de comer a siete mil personas por día durante muchísimos 
años. No tenemos personería jurídica ni un solo 
papel que diga que existimos. No tenemos socios 
ni fundación detrás: es Dios en persona quien nos 
escucha a través de la gente. No hacemos publicidad. No hace falta ir a Calcuta o a Formosa para 
hacer el bien. Aliado de tu casa vive 
un vecino que está solo y te necesita", 
afirma. 
-Por algo la llaman "la Madre Teresa 
argentina". 
-Mirá... A Teresa la admiro y la quiero 
muchísimo. Fue y es un ser admirable, 
pero no tenemos casi nada en común. 
Lo único es nuestro amor a Dios y a los 
pobres. Pero la amo y si la gente hace la 
comparación, perfecto. 
-Así la nombró el papa Francisco, con 
quien usted pudo hablar...
-Sí. Me emocionó la humildad del Papa ... Me llamó por teléfono. Fui a recibir 
un premio a España (en la Universidad 
de Navarra, en Pamplona, por su in- 
mensa labor) y me dijo: "Quédese 
unos días en Europa, así podemos 
arreglar una entrevista". Le contesté 
que no, que tenía que volver con mis 
pobres. "Ojalá que usted, con ese nombre, el de Francisco, vuelva al Vaticano a los cauces del Evangelio", le pedí. 
Me dijo que iba a orar por mí. 
-Usted sabe que es vista como una 
persona excepcional. 
-Lo común debería ser lo que hago, aunque desde 
lo práctico no sea así. Pero sí en la esencia. No hace 
falta ser heroico: las pequeñas actitudes cambian el 
mundo. 
-Cuando la gente le dice que es heroica, ¿qué 
piensa? 
-No me doy cuenta. Me gusta acostarme sabiendo que 
cumplí con mi deber. 
""¿Es feliz? 
-Felicísima. Y esa felicidad la contagio a quienes me 
rodean. 
-¿No le gustaría tener tiempo para usted? 
-¿Para qué? Si todo el tiempo es mío ...•
  



