miércoles, 14 de agosto de 2013

Nuestra Madre Teresa - Nota de Revista Gente

Por qué Natty Petrosino prefirió dejar el lujo, el neón, el vaivén placentero del jet-set sesentista, por un improbable viaje hacia la santidad? ¿Por qué no tie- ne pertenencias materiales, se mueve en casa rodante y convive con aborígenes que, antes de su llegada, estaban enfermos de desesperanza? Natty no tiene todas las respuestas del Universo. Pero sí muchas, demasiadas, y las va desplegando mientras traza una vida de fábula, de parábola límpida y mano suave, que te acaricia mientras desgrana sus vivencias. Condensemos su historia: nació en cuna de oro; sus hermosos rasgos la llevaron hacia el modelaje; tomó cócteles entre risotadas junto a Sandro y Susana Gíménez; estuvo al borde de la muerte y se vio a sí misma descle el abismo; dejó todo -o lo menos importante- y se brindó por completo a sus semejantes; a los 75, el Papa Francisco la definió como "la Madre Teresa argentina". A ella no le gusta ese rótulo, aunque el parentesco de alma se haga evidente. No tiene envidias, ni tristeza, ni oro, ni remordimientos. Y sobre todo, Natty no tiene miedo. Por eso parece invencible. "La gente se asusta un poquito de que si uno se entrega a Dios, tiene que dejar de lado a su familia. Y no es así. La deja, pero no la pierde. Acá estoy, con ellos. Jorge (52), el mayor de mis hijos, es ingeniero electrónico, Fabián (48) tiene una huerta orgánica, Juan Francisco (25) estudia ... y tengo tres nietas: Micaela, Sofía y Lara. Mica, con sólo 9 años, ya hizo una movida sdidaria juntó un camión de ropa para repartir", cuenta Natty con enorme satisfacción. -habla de su trabajo social con sus nietas -Para ellas es natural, lo mismo que para mis hijos. Juan Francisco ha participado mucho de la tarea en la selva. Mi esposo vino a compartir los últimos años de su vida conmigo ... ¿Ves? Abandonar y dejar es diferente. -De todos modos, usted tuvo que afrontar una elección difícil ante los suyos. -Sí. Fue cuando tuve ese encuentro con Jesús; en mi caso fue muy claro que tenía que vivir el Evangelio. Lo hablamos entre todos, en familia ... Mi marido, Vicente, era dueño de una famosa disquería en Bahía Blanca. Para poder acostumbrarme a esta nueva vida, tuve la suerte de que me apoyaran muchísimo. Los primeros años recibíamos gente en nuestra casa, gente sin hogar, como habíamos leído en el Evangelio. Pero llegó un momento que no dábamos más, no podíamos seguir teniendo la casa llena de gente. Ahí me di cuenta de que me hablaba la voz de Dios: "Bueno, ya aprendiste; ahora, salí a la calle". Lo charlé con ellos, lloramos ... Les dije: ''Mi familia terrena tiene de todo. Mi familia celeste está en la calle. Me tengo que ir con ellos". Partí con los peregrinos a un vagón de ferrocarril y ahí empezó esta historia. -Ahí vivían, en un vagón ... -Sí. Después, la ciudad-Bahía Blanca- empezó a despertar y hasta el día de hoy nunca nos faltó nada. Luego fundamos un hogar de tránsito, ya los que llegaban no les preguntábamos de dónde venían ni quiénes eran. Niños, mujeres, ancianos, ex convictos ... Salíamos de noche a recorrer las calles y si veíamos algún vagabundo durmiendo, lo traíamos. ~'Cómo era su vida espiritual antes de ese llamado? -Es gracioso .. Era muy "devota", porque creía que si regalaba mis ropas usadas a la empleada doméstica, era una cristiana muuuy buena." Iba a misa una o dos veces por año". ¿Cómo decirte? Ese cristianismo tibio, que no toma conciencia de lo que dijo Jesús. Un gran sacerdote lo definió: "Hay muchos que se dicen cristianos, pero no se comportan como tales". Antes, yo era así. Hasta que me dieron un sopapo fuerte con esta operación que tuve. Y fue una bendición de Dios. -¡¿Una bendición su enfermedad?! -Lo mejor que me pasó. Porque logré encontrarme con una verdad eterna que todos los seres humanos deberíamos conocer. Descubriríamos que nunca morimos, que somos eternos, que Dios está dentro de cada uno de nosotros. -Hábleme de aquella revelación. -Tenía 29 años cuando me operaron de un tumor, colesteatoma que le llaman, se ubica en el oído". Por lo general es benigno. Parece que al momento de la intervención se pasaron de anestesia. Y ahí tuve la suerte ... -una visión".? -¡No! Estuve afuera, mirando mi propio cuerpo desde arriba de la camilla. -¿Se vio a sí misma? -Claro. Me quedé medio desconcertada al ver mi cuerpo, a los médicos que corrían". Yo quería decides: no se preocupen, estoy bien ... Muchos podrán decir que fue efecto de la anestesia, un montón de cosas ... Lo cierto es que me sirvió para comprender que tenemos otro cuerpo en otra dimensión. Vi a Jesús, conversé con él y con otros maestros que estaban vestidos de blanco. Pero cuando volví a mi cuerpo, me borré todo eso ... Yo había prometido vivir el Evangelio y, por mi educación de adolescente, lo conocía al dedillo. Era "mejor" pensar que había sido una ilusión, no hacerme cargo. Hasta que estuve con depresión, enojada". -¿Por qué? -Porque no quería vivir el Evangelio. No estaba feliz, no me podía reinsertar, me sentía enojada conmigo misma. Y se me presentó el Señor en sueños: "Este no es el pacto: o empezás o vas a partir". Porque estaba llegando a un punto de no comer, no tomar, no quería ver el Sol... Le dije que tenía miedo. Y El me contestó que no tuviera miedo, que me iba a dar todo lo que necesitaba. Hoy lo puedo gritar a todo el Universo que sí, que es verdad. Hace cuarenta y pico de años que lo vivo.
 DAR, HASTA QUE DUELA. La mayor parte del tiempo, Natty vive en la selva formoseña. Con un puñado de colaboradores (entre ellos Marcos, Silvina, Zulema y Blanca), viajan en casa rodante y duermen en carpa, junto a los aborígenes. A lo largo de su peregrinaje, Natty construyó casas, las pintó, cocinó, curó gente, la consoló y le regaló esperanza, sin pedir nada a cambio. "Le dimos de comer a siete mil personas por día durante muchísimos años. No tenemos personería jurídica ni un solo papel que diga que existimos. No tenemos socios ni fundación detrás: es Dios en persona quien nos escucha a través de la gente. No hacemos publicidad. No hace falta ir a Calcuta o a Formosa para hacer el bien. Aliado de tu casa vive un vecino que está solo y te necesita", afirma. -Por algo la llaman "la Madre Teresa argentina". -Mirá... A Teresa la admiro y la quiero muchísimo. Fue y es un ser admirable, pero no tenemos casi nada en común. Lo único es nuestro amor a Dios y a los pobres. Pero la amo y si la gente hace la comparación, perfecto. -Así la nombró el papa Francisco, con quien usted pudo hablar... -Sí. Me emocionó la humildad del Papa ... Me llamó por teléfono. Fui a recibir un premio a España (en la Universidad de Navarra, en Pamplona, por su in- mensa labor) y me dijo: "Quédese unos días en Europa, así podemos arreglar una entrevista". Le contesté que no, que tenía que volver con mis pobres. "Ojalá que usted, con ese nombre, el de Francisco, vuelva al Vaticano a los cauces del Evangelio", le pedí. Me dijo que iba a orar por mí. -Usted sabe que es vista como una persona excepcional. -Lo común debería ser lo que hago, aunque desde lo práctico no sea así. Pero sí en la esencia. No hace falta ser heroico: las pequeñas actitudes cambian el mundo. -Cuando la gente le dice que es heroica, ¿qué piensa? -No me doy cuenta. Me gusta acostarme sabiendo que cumplí con mi deber. ""¿Es feliz? -Felicísima. Y esa felicidad la contagio a quienes me rodean. -¿No le gustaría tener tiempo para usted? -¿Para qué? Si todo el tiempo es mío ...•